Aunque no están regulados por una agenda, los fikas tienen varios espacios durante la jornada. En la empresa de Israel suelen parar varias veces al día, durante 10 minutos por receso: “Depende de la compañía, pero un par de pausas por la mañana y otra por la tarde puede ser perfectamente normal, aunque eso no quiere decir que todo trabajador participe en todas y cada una de ellas”, comenta. De ello da fe Jónatan López, arquitecto español que vive en Estocolmo desde hace más de seis años. Ha trabajado en tres empresas distintas y en todas ha podido constatar que las fikas forman parte de la cultura empresarial sueca: “Ahora somos unos 200 trabajadores, así que cada grupo tiene sus propias costumbres. Una de mis compañeras está haciendo un curso de pastelería y los miércoles trae sus elaboraciones caseras”. Jónatan recuerda su paso por empresas españolas y cómo, a diferencia de lo que ocurre en Suecia, el café es algo que siempre se tenía que costear uno mismo. «Aquí las cafeteras son tan importantes como los ordenadores y los jefes son los que nos dicen que tenemos que mejorar [acabar antes con las tareas urgentes] para sacar tiempo para más fikas”, añade.
Un hervidero de grandes ideas
Ana Berdún, coach personal y experta en felicidad en el trabajo, suma que estas prácticas son «una buena herramienta para luchar contra el presentismo. Ayuda a trabajar cuando trabajas y a descansar cuando descansas, porque, en otro ambiente más restrictivo, mientras estás frente al ordenador piensas en el receso y, cuando estás tomando el café, no puedes desconectar de todo aquello que te queda por hacer”.