Durante la práctica regular de actividad física, el motor de nuestro cuerpo se adapta al ritmo y crece. El corazón se hace más fuerte y voluminoso y será capaz de encerrar y eyectar un mayor volumen de sangre. Un corazón entrenado expulsará más sangre en una contracción por lo que se necesitarán menor número de contracciones para oxigenar a las células. Por tanto, la frecuencia cardiaca en reposo será menor. En atletas de alto nivel podemos observar frecuencias en reposo de unas 40 ppm.
El aumento del volumen de sangre se representa en una analítica como volumen corpuscular medio. Es normal encontrar estos valores altos en un deportista de élite. En la lectura del hemograma, la proporción de glóbulos rojos con respecto al volumen de sangre se denomina hematocrito.
Y como en un deportista aumenta el volumen de sangre, los valores del hematocrito se verán reducidos, no por un déficit de glóbulos rojos o hematíes sino por el incremento del volumen de sangre general. Será importante no confundirlo con anemia.