Los gastos cuantiosos de esa noche es el mejor argumento para que Nicholas y sus súbditos extorsionen y pongan a Adam contra las cuerdas. Las opciones no son más que una encerrona para el joven: o se emprende en un peligroso espionaje industrial para descifrar un proyecto único de la competencia, o se somete a la ley por robo.
Pronto, y a pesar de los lujos que le ofrece Nicholas, Adam se dará cuenta de que se encuentra en un callejón sin salida. Deberá agudizar y emplear el engaño y la deshonestidad para cumplir con la misión de robar a Jock Goddard (Harrison Ford) los detalles de una tecnología puntera.
La rivalidad y el odio entre Wyatt y Goddard es visceral; ninguno puede darse el lujo de ser derrotado por el otro y mucho más teniendo en cuenta el convulso pasado común. Adam parece ser el conejillo de indias de los dos millonarios corruptos; su mejor amigo rechaza su nueva estirpe, su padre duda de sus movimientos, el FBI le sigue los pasos y la chica que le atrae debe ser considerada como un objetivo.