Aunque ya lo sepas, no está de más insistir en la idea de que el desayuno es la comida más importante del día. Con las prisas, tomar por la mañana cualquier cosa (o sólo un café) es un hábito tan común como poco saludable.
Tras el descanso de la noche (en el que tu metabolismo basal ha seguido consumiendo una cantidad mínima de energía), tu organismo demanda los nutrientes necesarios para afrontar la actividad física y mental que le espera a lo largo del día.
Recuerda la relación directa que existe entre una correcta alimentación y un buen rendimiento deportivo. Empezar el día con el estómago vacío puede implicar que tu organismo «tire» de reservas buscando la energía que necesita para ponerse en marcha (¡ojo! pones en peligro tu masa muscular).
El desayuno debe cubrir tus necesidades nutricionales de manera equilibrada y aportarte entre un 25% y un 35% del total de calorías que necesitas para seguir una dieta correcta (+/- 500 Kcal.).