Sus ingredientes habituales son también ricos en antioxidantes (ese chorretón de aceite de oliva que lleva es una fuente de vitamina E). Más del 80% de su composición es agua por lo que su poder de hidratación salta a la vista con solo probarlo.
Junto a estos beneficios, hay que destacar la importante cantidad de fibra que contienen los vegetales necesarios para su elaboración, por lo que el gazpacho no solo aporta unas calorías mínimas sino que, además, posee una capacidad saciante que lo convierten en plato perfecto para cualquier dieta, incluidas las de adelgazamiento (siempre que no te excedas añadiéndole trocitos de pan).
Al ser una propuesta gastronómica que no necesita cocción (sólo mezclar los distintos ingredientes y batir), al tomar gazpacho estás incorporando a tu organismo todos los nutrientes de las hortalizas en estado puro, sin transformación alguna y, además, la presencia de vinagre hace que el pH se mantenga en niveles bajos lo que facilita una mejor absorción de las vitaminas y minerales. No engorda, hidrata y nutre ¿Cómo no tomarlo todo el año?