El arte del bondage

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  • No atar nunca ciertas partes del cuerpo que puedan suponer un peligro físico: El cuello (bastan sólo unos pocos segundos sin oxígeno para crear daños permanentes o incluso causar la muerte) y todas las partes del cuerpo con venas visibles o poco protegidas, como el interior de los codos y las rodillas. Para los principiantes, es mejor no hacer nudos en cara y pecho.
  • Respetar el consenso: no se ata nunca a una persona en contra de su voluntad. Quién lo hace, comete un acto de violencia.
  •  Elegir un lugar seguro: Recuerda que la persona atada, en caso de peligro, no podrá escapar. Tampoco debe correr el riesgo de ser colocada en una posición en la que pueda perder el equilibrio y caer.
  •  Tener siempre a mano un par de tijeras: Puede pasar cualquier cosa y tener que cortar las cuerdas, ya sea por una debilidad repentina de la persona atada, o por cualquier otro imprevisto.
  •  Estar en buena condición física y psicológica.
  •  Regirse según los siguientes criterios: La persona desatada debe estar físicamente como antes del bondage, y mentalmente mejor. Si no es así, lo mejor es apartarse de esta práctica.
  •  Tener sentido común. Esta es, quizás, la regla general que resume todas las demás.

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