Concebida como símbolo clasista en sus orígenes, lo cierto es que este complemento ha conseguido mantener ese aire de distinción y elegancia. Eso sí, siempre y cuando sepamos llevarla. Una corbata puede decir mucho de quien la viste, de su personalidad, de su estado de ánimo y, sobre todo, de su buen o mal gusto.
Es por eso que, aunque no lo parezca, resulta una prenda delicada. No el que lleva la corbata más cara y sofisticada va a ser el más elegante, sino el que mejor sepa ponérsela y combinarla.
El buen uso de la corbata
Hoy en día el uso de la corbata se ha popularizado a todos los niveles. Ya no hace falta ser un ejecutivo o que te inviten a un evento formal para ponértela. Aún así, hay quien sigue enfrentándose a este complemento con respeto. Y no es para menos, ya que incluso quienes están acostumbrados a encorbatarse a menudo meten la pata.