Con la práctica habitual de ejercicios aeróbicos la frecuencia cardiaca disminuye porque nuestro corazón puede, con menos número de latidos, mover perfectamente el flujo sanguíneo corporal. Así, se libera al corazón de un trabajo excesivo, evitando el sobreesfuerzo cardiaco y limitando el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares.
Conociendo los efectos beneficiosos que estas actividades aeróbicas tienen sobre el corazón, puede asegurarse que estos ejercicios son necesarios y recomendables, en mayor o menor medida, para cualquier persona independientemente de su condición física, siempre que no exista prescripción médica contraria y teniendo en cuenta que la planificación y la adecuada progresión son fundamentales para que el ejercicio no resulte contraproducente.
El estado físico general, la edad, el estilo de vida (más o menos sedentario) son factores a tener en cuenta en el momento de elegir un determinado deporte aeróbico y a la hora de ponerlo en práctica, siempre exigiendo a nuestros músculos, incluido el corazón, un esfuerzo progresivo y acorde a nuestras posibilidades.