Algunos ven la obra de Schiele como algo grotesco, erótico, pornográfico, o perturbador, centrada en el sexo, la muerte, y el descubrimiento.
Se centró en los retratos, tanto de otros como sí mismo. En sus últimos años, aunque todavía trabajaba a menudo con desnudos, estos eran hechos de una forma más realista. También pintó tributos a los girasoles de Van Gogh, así como paisajes y bodegones.
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