Dos poderosos efectos de hacer deporte con el estómago vacío

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2. «El deporte en ayunas potencia la hormona del crecimiento»

Según un estudio de la Universidad de Virginia, un poco de ayuno incrementa de forma natural la secreción de la hormona de crecimiento, imprescindible para generar masa muscular. Los datos son como para pensárselo: 24 horas sin probar bocado elevan un 2.000% la producción de esta hormona en hombres y un 1.300% en mujeres. Antes de dar rienda suelta a la euforia debería saber que “aunque hay trabajos que avalan el efecto del ejercicio en ayunas sobre la producción aguda de algunas hormonas anabólicas, se necesitan estudios longitudinales que analicen el efecto a largo plazo y aíslen todos los factores de confusión para poder achacar al ayuno el efecto encontrado”, matiza la catedrática.

Pero no es válido para todos…

Usted necesita comer. Si en el horizonte no le aguarda una participación en los Juegos Olímpicos, no juegue con su cuerpo. “Nunca se debe transferir lo que se hace en el deporte de alto rendimiento, cuyo objetivo son medallas, a la población general, cuyo objetivo con el ejercicio es prevenir enfermedades y ganar salud”, advierte Margarita Pérez. Y, como norma general, lo desaconseja siempre en deportistas con diabetes, hipertensión o patologías renales. Si se anima a probarlo, el consejo de Miguel Garber, cardiólogo y director médico de la Clínica Revitacell, especializada Medicina Deportiva, es ajustarse a las 12 horas de ayuno (distancia natural entre la cena y el desayuno), que los deportistas experimentados pueden alargar a 16. Y no hacerlo nunca antes de una actividad anaeróbica, como el levantamiento de pesas («esto es solo para culturistas»).

En cambio, si usted está preparando un maratón, se ve fuerte y va a correr por debajo del 80% de su frecuencia cardíaca máxima, tal vez quiera intentarlo. Pero sepa que es una táctica propia de atletas de élite que «los entrenadores usan para que el cuerpo se adapte a trabajar en ausencia de glucógeno, por ejemplo, logrando glucosa a partir del ácido láctico», concluye Margarita Pérez.

Fuente: El País

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