Mark Hosenball y Hendrik Hetzberg son sólo un par entre distintos testimonios que aseguran lo mismo: Woodstock fue terrible. En primer lugar, tenemos que mirarlo de una forma lógica. El escenario de Woodstock era de un tamaño considerado normal. No demasiado grande tampoco pequeño, pero pensar que 400 mil personas podrán escuchar con equipo de sonido de la época, es completamente absurdo. Mientras que para algunos fue completamente aburrido, como asistir a cualquier tipo de concierto, para otros resultó ser una pesadilla. Entre la lluvia, frío, falta de casas de campaña, enfermedad y posibles sobredosis, era prácticamente imposible disfrutar de todo lo que sucedía en el escenario. Las imágenes que vemos en el documental o en las fotografías, son de periodistas y profesionales que trabajaban con el equipo de planeación. Las tomas nocturnas son casi nulas y no muestran cómo cientos tenían que dormir entre orines y excrementos de otros asistentes que se negaban a moverse de lugar o estaban demasiado drogados para hacerlo.