Otras posibles explicaciones incluyen una interrupción del reloj corporal interno que afecta a la regulación del cuerpo de la leptina (la hormona de la saciedad) y la grelina (la hormona del hambre). La cantidad de restricción del sueño varió entre los trabajos, con los participantes privados de sueño durmiendo entre 3,5 y 5,5 horas en la noche, y los sujetos de control pasaron que pasaron entre siete y 12 horas en la cama.
Los autores sugieren que se necesitan más estudios al respecto. «Nuestros resultados destacan el sueño como un tercer factor potencial, además de la dieta y el ejercicio, para dirigir el aumento de peso con mayor eficacia. Actualmente, estamos llevando a cabo un ensayo controlado y aleatorizado en personas con pocas horas de sueño para explorar los efectos de la extensión del sueño en los indicadores de aumento de peso», adelanta Haya Al Khatib, autor principal y candidato a doctorado en el King’s College de Londres.