De no ser por la invención del microscopio, a día de hoy no podríamos conocer ni la estructura de las células ni la existencia de la gran diversidad de microorganismos.
Gracias al microscopio, esta semana has podido ver en Hombre Moderno esta imagen de una bacteria situada encima de un alga que, a su vez, estaba encima de un crustáceo diminuto.
Seguramente, muchos de vosotros conoceréis, e incluso habréis tenido en vuestras manos durante vuestros estudios, el microscópico óptico, basado en el uso de la luz visible y de un conjunto de lentes para aumentar y observar las muestras.
Con este microscopio, podemos distinguir dos elementos que estén separados entre ellos un máximo de 0,0002 mm, lo que supone una capacidad 500 veces superior que el ojo humano.
De todas formas, si la tecnología se hubiese estancando a este nivel, no hubiésemos podido disfrutar de la imagen antes mencionada. Para ello, hizo falta el desarrollo del microscopio electrónico en la década de 1930.