Una dieta equilibrada no produce esos efectos sino que hace que te sientas bien y con un peso estable (siempre con las lógicas variaciones).
Es importante recordar que la dieta siempre es personal porque cada uno tiene sus propias necesidades nutricionales según su edad, su complexión física, su estilo de vida…
Si no estás seguro de estar alimentándote como debieras repasa mentalmente los principios de una dieta equilibrada (la mediterránea es el mejor ejemplo) y pregúntate hasta qué punto sigues las recomendaciones para una alimentación saludable.
¿Tomas a diario dos-tres piezas de fruta? ¿Las hortalizas crudas y las verduras de hoja verde están siempre presentes en la comida o en la cena? ¿Sobrepasas el consumo de pan diario recomendado (80 gramos)? ¿Comes pescado? ¿Te hidratas convenientemente?
Si quieres, puedes hacer alguno de los tests que propone la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) dentro de su programa Estrategia NAOS para el fomento de una alimentación equilibrada (los encontrarás en su web) y comprobar así, que tu plan nutricional es el correcto. Recuerda que ante cualquier variación brusca en tu peso, es necesario consultar con el médico especialista.