La ingesta adecuada de estos hidratos de carbono hace que el organismo cuente con la energía necesaria para realizar de manera correcta sus distintas funciones vitales y además, consigue mantener inalterables las reservas de glucógeno almacenadas en el tejido muscular. Los carbohidratos son, por tanto, la «gasolina» que hace que, tanto nuestros músculos como nuestro cerebro y sistema nervioso, funcionen a la perfección.
¿Carbohidratos o proteína?
Es la gran pregunta. Aunque depende de cada persona, especialmente de su peso y de su actividad diaria, los nutricionistas indican que la cantidad de hidratos recomendables en una alimentación equilibrada debe rondar el 50-60% del conjunto de nutrientes (mínimo 130 gramos/día).
Las dietas bajas en carbohidratos reducen notablemente esta proporción estableciendo que del total de calorías ingeridas, los hidratos sólo deben aportar un máximo del 45%.
Algunas de estas dietas limitan aún más estas mínimas cantidades como método eficaz de adelgazamiento, basándose en la idea de que si el cuerpo no dispone de energía en forma de glucosa (carbohidratos), recurrirá y «quemará» las grasas almacenadas, consiguiéndose así la deseada pérdida de peso.
Por otra parte, la mayoría de estas dietas sustituyen los carbohidratos por un aumento en la ingesta de alimentos ricos en proteína en un intento de evitar que la bajada de peso se traduzca en una pérdida de masa muscular.