Además, cocinando tú mismo, controlarás todo el proceso para no añadir grasas poco saludables o frituras excesivas a tus platos, y puedes elegir la forma en que vas a preparar cada plato (el wok o el microondas son dos buenas opciones que te pueden sacar de un apuro).
Si no eres muy ducho en temas de cocina, aprender a cocinar, aunque sea lo básico, es una inversión en tu salud a largo plazo. Busca información on-line, descarga aplicaciones móviles como Hatcook, apúntate a algún curso cerca de tu casa o pide ayuda a tus amigos para que te echen una mano al principio. Dentro de unos meses lo agradecerás.
Planifica tus comidas
Antes de meterte en la cocina, y antes incluso de ir a la compra, conviene que tengas planificados los menús de la semana. De esta manera comprarás solo lo necesario en el mercado y sabrás lo que vas a comer con antelación cada día de la semana: esta es una forma sencilla de evitar la tentación de saltarte tu plan de nutrición y además no gastarás dinero en cosas innecesarias.