Ésto tiene como consecuencia el aumento de productividad y el cambio de aptitud con que se puede encarar los objetivos. Gracias a este hábito, cuando estés sentado frente al escritorio, no tendrás la sensación de aturdimiento, agotamiento y desaliento. Por el contrario, tendrás más tiempo para realizar un buen desayuno por la mañana, lo que sin duda repercutirá en un mejor rendimiento laboral.
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