Llegaste a su casa un poco nervioso. No entendiste a lo que se refería cuándo escribió que tenía “gustos diferentes”. ¿Qué encontraste? el dolor. Ese placer ardiente de sentir su mano en tu cuello y recibir toda su hombría con… dureza. Sabes que te va a agarrar con sus brazos grandes y fuertes y te hará lo que él quiera y como quiera. Te pondrá boca abajo en su cama y solo escucharás tu gemido creciendo cada vez más al tiempo en que él se mueve y te vuelve loco.
Pereza
Estabas muy desesperado y decidiste decirle que sí al vecino que siempre te escribe por Grindr, pero que intentas evitar a toda costa porque sabes que nada bueno saldrá de ese encuentro. En realidad no está tan mal cómo creías; tiene buen cuerpo y una buena habitación. Todo comienza cuando el… ¡no comienza!. Se queda en la cama besándote esperando a que le saques la ropa, le hagas sexo oral, te pongas tu arriba y ¡que le pongas el condón!.No era lo que esperabas. Lo único bueno de ese encuentro es que hiciste mucho ejercicio moviéndote porque él ni eso hizo. Por supuesto, nunca lo vas a volver a ver.