Esas glándulas pueden inflamarse por distintas causas (presencia de un hongo benigno, exceso de sebo…) y es entonces cuando se altera su correcto funcionamiento y se produce la disfunción capilar (si hablamos del cuero cabelludo).
No se contagia y puede controlarse de manera sencilla con un tratamiento idóneo. En los casos más severos, en el que los picores llegan a provocar pequeñas heridas, la consulta al dermatólogo es imprescindible.
Será el médico el que te recomiende un champú adecuado de acción fungicida capaz mantener la secreción grasa bajo control, calmando, de paso, los desagradables picores. Estos productos suelen incluir en su composición zinc, piritiona, ketoconazol o ácido salicílico. Según tu caso, el profesional elegirá la fórmula más adecuada.
En la mayoría de las ocasiones, la dermatitis no llega a situaciones alarmantes y esos «picores» pueden controlarse utilizando champús específicos para cabello graso, que prevengan la afección incorporando en su composición algún fungicida natural como, por ejemplo, el aloe vera.