Hablando de morder, estuvo interesante el debate sobre la noticia de que el Ayuntamiento de Barcelona pretende multar con hasta 1.500 euracos a los propietarios que lleven a sus perros sueltos por la calle.
Nos gustó especialmente la propuesta de Rafa Garcia Rodriguez, que incluso vio en la polémica una oportunidad para combatir el paro: «Hay perros que están educados y son capaces de ir sin la correa. Deberían hacer un examen que acreditara si el perro es capaz o no. Además crearía puestos de trabajo». Ole tú, Rafa. Si nuestros políticos tuvieran una mentalidad así de práctica y positiva seguro que otro gallo -o perro- nos cantaría.
Como en general fuisteis muchos lo que apoyasteis eso de obligar a atar a los perros, Francisco Ballesteros se erigió en un apasionado abogado procanino, y propuso imponer esa multa y colocar el bozal a los no pocos bípedos que orinan, defecan y vomitan en la calle cuando se emborrachan.