Seguir una dieta supone cambiar los hábitos alimenticios y restringir una serie de alimentos perjudiciales en preferencia de otros más sanos.
El problema está en que algunos de estos alimentos (como los que son ricos en azúcares refinados, o tienen aromatizantes y productos para realzar el sabor), proporcionan un placer inmediato al organismo, difícilmente superable por productos naturales.
Una persona acostumbrada a este tipo de alimentos, que de repente deja de tomarlos porque se ha puesto a dieta, puede sufrir un estado de ansiedad, ante la falta del placer inmediato.
Paradójicamente, a la larga, el consumo de estos alimentos (sabrosos pero poco saludables) va a contribuir a que el estado anímico, de quienes los toman, empeore.
La clave de todo: La actitud y la percepción de los resultados a largo plazo
Para afrontar una dieta con éxito, en primer lugar hay que cambiar la perspectiva de corto a largo plazo. Para ello hay que dejar de un lado el placer inmediato que se obtiene al tomar ciertos alimentos, y pensar en los beneficios que, con el tiempo, otorga una dieta sana en nuestro organismo: más salud, mejor estado anímico, más vitalidad, control sobre nuestro peso, vernos mejor frente al espejo.