«Por eso la naturaleza», prosigue Antona, «nos pone como aliciente la obtención del placer». Las especies con una alta tasa de reproducción no gozan de la cópula precisamente para evitar la superpoblación. En cambio, a las que tenemos menos papeletas para engendrar, nos han ‘regalado’ el orgasmo para que nos apetezca hacerlo con cierta periodicidad y mantengamos mínimamente la especie humana.
4. El orgasmo tiene propiedades analgésicas
El dolor y el placer se rozan durante el orgasmo. Alfonso Antona explica que, como en toda situación de estrés, desciende mucho el umbral del dolor, o la sensación del mismo. Por ello los autores de ‘La Ciencia del Orgasmo’ resaltan que «una actividad muscular intensa durante el orgasmo puede causar magulladuras o rasguños sin que haya conciencia del dolor pero, al mismo tiempo, un solo pelo en la lengua puede resultar especialmente molesto».
Sin embargo, lo más paradójico es que el placer funciona como analgésico contra el dolor, dado que en el proceso orgásmico se sueltan endorfinas, que son un analgésico natural, así como serotonina y oxitocina, que también contribuyen al alivio de las jaquecas y las cefaleas. Así lo revelan estudios realizados por la Universidad de Rutgers, radicada en Estados Unidos.