Mientras navegamos, descubriremos sin que nadie nos diga una palabra, por qué el Nilo fue el generador de tanta riqueza durante miles de años para este gran país; por qué su mayoría de agricultores subsistieron durante generaciones gracias a las bendiciones de sus aguas.
Este crucero inolvidable no nos dejará de recordar que los principales monumentos de una antigua civilización imperial se encuentran muy cerca de sus costas. Mientras el valle del Nilo se va abriendo paso por el Sahara hasta el Mediterráneo, las ruinas de Kom Ombo hacen acto de presencia frente a nuestros ojos.
Sus muros hacen honor al Dios halcón Horus y al Dios cocodrilo Sobek, especies tan autóctonas como el propio río. A medida que continuamos navegando, el Nilo nos muestra infinidad de matices, aunque el más mágico es su atardecer. Hasta la soledad es llamativa y atractiva en este viaje por el milenario río africano.
Después de un día de viaje nos toparemos con el monumento natural del sitio de Gebel el-Silsila, una enorme roca que sobresale encima de un pináculo. La misma nos informa que nos encontramos en la parte más estrecha del valle del río. Pero en Egipto todo esconde un secreto: ¿Cuál es el de Gebel el-Silsila? Sus acantilados fueron cortados en bloque por los habitantes de la antigua civilización para construir sus majestuosos monumentos, incluyendo muy probablemente, las imponentes pirámides.