Pero la estrella de la función es ese animal de la comedia llamado Bill Murray. El intérprete surgido —como otros tantos grandes cómicos americanos— del programa Saturday Nigth Live, que alcanzó la fama internacional con Los Cazafantasmas y nos entregó películas tan divertidas como esa versión de Cuento de Navidad titulada Los fantasmas atacan al jefe o ese clásico moderno que es Atrapado en el tiempo; está simplemente fenomenal metiéndose en la piel de Vincent.
Desconozco si el director escribió el papel pensando en el protagonista de Lost in Translation, pero está claro que le sienta como un guante, y su nombre ya suena en las quinielas para los Oscars.
Si a esto le sumamos que el film es una producción de The Weinstein Company (productora famosa por sus célebres y eficaces campañas para posicionar sus largometrajes en la carrera por las estatuillas doradas), está claro que las opciones de Murray para hacerse con “el preciado calvito” son bastante altas (aunque él haya declarado que obsesionarse por hacer películas para ganar premios sea como coger un virus).
