Entonces surgen los instintos, las verdaderas convicciones y quedan atrás falsas moralinas para mostrar el auténtico rostro del monstruo en que se convierte toda una sociedad. En este punto conviene prestar atención a la historia de uno de los personajes, Jack Marshall, al que da vida David Bradley (Argus Filch en Harry Potter y Walder Frey en Juego de Tronos) en una memorable interpretación que nos brinda algunos de los momentos más crueles y emotivos de toda la serie.
Es el asesinato por tanto una mera excusa para lo que de verdad importa, retratar la fragilidad de las estructuras morales y sociales del ser humano, siempre a merced de cualquier pequeña tormenta que acucie el odio que llevamos dentro. Ese es el mérito de Broadchurch y lo que la hace diferente y altamente recomendable, el no estar solo pendiente del quién lo hizo, sino de todo lo demás.
Pensada en principio para una sola temporada, su enorme éxito ha provocado que hayan anunciado una segunda, a pesar de haber dejado completamente cerrada la trama en el último episodio. Habrá que ver cómo la enlazan.
