La ambientación es magistral y el tratamiento de las escenas sexuales es tremendamente acertado. Cuando se toca un tema como este siempre se corre el riesgo de caer en la vulgaridad y la exageración, en buscar más el escándalo que otra cosa.
Pero por suerte no ha sido así. Se ha optado por la elegancia, sin esconderlo todo pero descartando enseñar por enseñar. De esta forma el conjunto no se ve afectado y la serie adquiere solidez. La elegante ambientación no hubiera encajado con una propuesta más transgresora.
Pero lo que resulta realmente interesante de Masters of Sex es como los personajes se ven afectados por aquello que van descubriendo, como sus vidas cambian irremediablemente y se ven afectadas por su trabajo.
Al fin y al cabo, una serie de televisión siempre tiene un componente de culebrón (sí, siempre, ya sea The Walking Dead o Dinastía, a la gente le gusta marujear y los creadores lo saben) y esta no es la excepción. La relación de William Masters con su mujer, con sus ayudantes, con la misma Virginia, con el personaje que interpreta Beau Bridges, todo se va entretejiendo sin extremismos para crear un collage que mantiene la tensión justa.
