Tanto Simón como Jota saben que no son los únicos que padecen penurias al momento de satisfacer sus necesidades. Por ello, mientras luchan contra todas las limitaciones que la vida y ellos mismos se ha puesto para conseguir aquello que quieren cambiar en sus vidas, basan su rutina en esos rodeos sin rumbo por las afueras del pueblo. Este camino compartido está empapado de mal vivir, pero también de esperanza, y de la idea fija de sacar a los ricos para ofrecer un poco de consuelo a aquellos que comparten una realidad muy similar a la suya.
La propuesta precisa y prolija de Velázquez no acusa carencia de presupuesto y a la vez puede presumir de estar con los pies sobre la tierra. Setenta y ocho minutos de historia de vida, sin subterfugios y adornada de efectos visuales y sonoros dignos de los films que pretenden, por lo menos, no ser olvidados.
