Si te importa tu salud y buen estado de forma, es aconsejable conocer todos los datos posibles de cada alimento. No te quedes únicamente en el recuento de calorías. Infórmate, además, de su índice glucémico, de los macro y micro nutrientes que puede aportarte y de la proporción de carbohidratos, proteínas y grasas que contiene.
Sin obsesiones, tampoco está de más averiguar las calorías de un producto o alimento determinado si estás intentando mantener tu peso y no sabes cuánto puede suponer su ingesta. Sumar, por ejemplo, cuántas calorías tiene ese menú «especial» que te acabas de «permitir», puede ser un buen dato para que te pongas las pilas y sepas que tu cuerpo acaba de ingerir un plus de energía que conviene gastar.
Cuenta calorías solo cuando lo consideres necesario. Todo lo que sea información útil, te vendrá bien, pero recuerda que el aporte calórico es solo un dato más (no el único) a tener en cuenta en el control de una alimentación equilibrada. No necesitas una calculadora de calorías para saber que ese cremoso helado que te acabas de tomar, tiene «…unas cuantas». Disfrútalo y luego, ¡entrena!