¿Cuánto aceite de palma consumas al día sin saberlo?

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Quienes no concebimos la media mañana sin una segunda taza de café, quizás caigamos en la tentación de acompañarla de una galleta, un sobao o un trocito de bizcocho (industrial, claro está). Y a la hora del aperitivo, ¡cómo no vamos a abrir esa bolsa de patatas fritas! Para comer, como no hemos tenido tiempo de cocinar, tiramos de despensa y encontramos una crema de verduras que nos soluciona la papeleta del primer plato y de segundo nos preparamos una pechuga de pollo a la plancha con ensalada de guarnición. Rematamos la faena con un capricho en forma de tiramisú o similar. Total, un día es un día.

La hora de la merienda es sagrada en aquellas casas en las que hay niños (bueno, en algunas otras también) quienes, entre traslados del colegio al polideportivo o al centro cultural donde realizar las extraescolares, van a disfrutar de un rico sandwich de crema de cacao y avellanas. Que se lo comen sin protestar, angelitos.

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Por último llegamos a la cena y estamos tan agotados que lo mejor que se nos ocurre es encender el horno y meter una pizza. la acompañamos de una ensalada, porque el verde ayuda a verlo todo mejor, más sano, aunque los niños no se lo coman tan bien como el bocata de la merienda. Pero es que no todo van a ser golosinas ¿no?

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