El pasado martes 18 de noviembre tuvo lugar, en las Islas Canarias, el inicio de un atentado contra la naturaleza, el cual se prevé que dure, por lo menos, dos meses.
[pullquote]¿Preferimos acabar con nuestro patrimonio natural a costa de explotar un recurso que, tarde o temprano, se va a agotar?[/pullquote]Efectivamente, nos estamos refiriendo a las prospecciones sísmicas, actividad que no está exenta de impactos en la biodiversidad marina.
Los cetáceos, que utilizan el sonido para comunicarse, localizar las presas y navegar; son de los más afectados. La alta intensidad del sonido producido les causa daños en los tejidos corporales y en las estructuras auditivas, la pérdida permanente o temporal de la audición, cambios en el comportamiento como evitar la zona durante meses o años o cambiar las rutas migratorias, estrés, el solapamiento de sus sonidos con los ruidos de las prospecciones, y un largo etcétera.
Todo esto puede causar su muerte y, de hecho, es una imagen recurrente que después de los estudios sísmicos aparezcan animales muertos en las playas.