No se trata de un simple caso de inseguridad, sino que es mucho más complejo y va asociado a un sentimiento constante de inmerecimiento de los éxitos, lo que puede impedir que personas tremendamente aptas puedan progresar. Muchos piensan que si fueran más inteligentes tendrían que esforzarse menos en su trabajo, que les resultaría más fácil y otros tienen miedo incluso de optar a un puesto mejor por creer que no están a la altura.
El síndrome del impostor puede deberse a cuatro causas principales: estereotipos sexuales (el peso/presión de ser madre y tener éxito profesional, por ejemplo, entre las mujeres), dinámicas familiares durante la infancia (sentirse la “oveja negra” de la familia), diferencias salariales (sobre todo para la mujer) y la percepción de éxito, fracaso y competencia (exigirse objetivos casi imposibles).
Fuente: Muyinteresante.es