Resulta prácticamente innegable, siempre con las excepciones del caso, que en el balance general, los jefes no suelen ser de las personas más queridas y admiradas dentro de una empresa u organización. Es un fenómeno extendido entre los trabajadores, y uno de los aspectos más problemáticos dentro del considerado clima laboral.
Las causas que han desembocado en esta impresión negativa de gran parte de los subordinados respecto a sus superiores son tan variopintas como complejas, pero lo cierto es que en la mente del empleado siempre resuena el lema colectivizado de que “en las organizaciones se suele entrar por un buen proyecto y salir por un mal jefe”.
En el mismo sentido, un alto porcentaje de subordinados es consciente de que su progreso u oportunidades dentro de la empresa de la que forman parte, depende menos de su capacidad de producción y de su formación, que de su afinidad y “feeling” con su superior.