De hecho, un estudio publicado en PlosOne el año pasado concluye que la recomendación de «comer de todo con moderación» o lo que es igual, la diversidad en la dieta no es sinónimo de mejor calidad en la misma ni conduce a una mejor salud metabólica.
Variedad no es sinónimo de calidad. Dependiendo del «todo» del plato pequeño podemos beneficiarnos o no.
Además, una dieta variada (aunque sea en plato pequeño) puede conducirnos a comer más al final del día o incentivar nuestro apetito, pues nuestro organismo experimenta un proceso llamado saciedad sensoroespecífica que determina que, aunque estemos llenos, la presencia de un alimento con aroma, sabor y/o textura diferente nos abre el apetito y es un promotor del consumo.
Por otro lado, como hemos dicho en un principio, la variedad no es sinónimo de calidad y dependiendo del «todo del plato pequeño» podemos beneficiarnos o no, pues una investigación publicada en American Journal of Clinical Nutrition señala que la variedad de hidratos de carbono, entrantes, condimentos, dulces y aperitivos se vincula a mayor ingesta energética y grasa corporal, mientras que si la dieta tiene una variedad de frutas y verduras se produce el efecto contrario.