El cine, mientras tanto, sigue intentando adaptar los cada vez mejores juegos sin éxito. Resident Evil, Silent Hill, Hitman o Final Fantasy no dieron en ningún momento el resultado esperado, pero claro, es complicado resumir horas y horas de argumento en una película que raras veces supera las dos horas de metraje. Por no hablar de que al recortar se provoca la ira de los fanáticos de los videojuegos, capaces incluso de boicotear el estreno de un film al ver las bochornosas adaptaciones que algunos estudios realizan.
Y una vez llegados a este punto, ¿qué podemos esperar del futuro de esta relación? De los videojuegos, básicamente que sigan por donde van. Podríamos decir que se han hecho mayores y que el avance cada vez más veloz de la tecnología augura productos cada vez más sofisticados y de mayor calidad.
Ya ni siquiera le hace falta seguir ejerciendo de parásito del cine y trabaja con historias originales o adaptando a su manera obras literarias, cómics e historias de la cultura popular. Por no hablar de que el público, sobre todo el joven, es más receptivo a otro tipo de estímulos que hace treinta años y los juegos saben llenar ese hueco que el cine no puede.