Pero para visualizarlo mejor, pongamos nombres y apellidos que nos permitan ver de forma más clara cómo han sido los videojuegos los que, hasta ahora, han salido ganando en la relación que mantienen con el cine. A lo largo de los 90, el mundo del celuloide decidió adaptar, entre otros, los juegos de más éxito del momento; a saber, Super Mario Bros., Street Fighter y Tomb Raider (esta última película es de 2001, pero entra en el saco porque el juego era bastante anterior).
El resultado, artísticamente hablando, no pudo ser peor. Y es que intentar sacar un guión de unos juegos cuya línea argumental era prácticamente nula convertía la tarea en un imposible. Los resultados de taquilla fueron parejos a los artísticos excepto en el caso de Tomb Raider, claro que en ahí intervenía el factor Angelina Jolie y el parecido razonable con el espíritu de las películas de Indiana Jones.