El clásico discurso de asegurar a la gente un lugar en el cielo, junto a la falsa promesa de un terreno mejor para vivir frente a la amenaza del agua son argumentos suficientes para lograr el tan infame propósito.
Sin embargo, aquellos que más han sido cuestionados por el pueblo por su modo de vida serán los que mostrarán mayor lucidez al momento de desmontar la tan perversa trama. Intentarán evitar con todos los medios que su pueblo termine sumido en la ruina producida por la ingenuidad colectiva.
A The Fake nadie la librará de la violencia, la agresividad y la denuncia mordaz, pero pensándolo bien, no existen motivos para moderar una realidad bastante familiar en nuestras sociedades. Así lo han considerado los críticos del Festival de Sitges, que han premiado a la producción surcoreana como Mejor película de animación. Por su parte, el Festival de Gijón le ha otorgado el mismo galardón, y el Festival de Annecy ya le ha concedido un lugar en la Sección oficial de largometrajes a concurso.