Tanto Benedicto como Claudio dejan que sus sentimientos fluyan sin ningún tipo de represión, por lo que el primero se embarca en una relación amor-odio con la sobrina de Leonato, Beatriz (Amy Acker), y el segundo se enamora de la hija del gobernador, Hero (Jillian Morgase). Pero nada quedará en su lugar, nada irá sobre ruedas. Las parejas se encontrarán en un torbellino de obstáculos en su camino hacia la felicidad.
Whedon decide regar esta entretenida historia con mucho vino y jazz, un complemento que encaja a la perfección con la narración cinematográfica que nos propone.
El entramado relacional que generan los integrantes de la historia nos mostrará momentos románticos bien tratados, cómicos con sutileza, y una representación inevitable de la envidia y la traición sin llegar a la maldad. Mucho ruido y pocas nueces se ubica a mucha distancia de ser un culebrón fabricado sólo para el escaparate.
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