De este modo, Cecil comienza a trabajar de camarero en pequeños bares y clubes sociales en los que adquiere una gran pericia, la misma que lo llevará a servir a ocho presidentes durante treinta años en la Casa Blanca.
Su extraordinario talento y elegancia en el arte de servir, lo convirtieron en maître, privilegio que no fue suficiente para mantenerlo alejado de las arbitrariedades que se cometían contra su comunidad tanto dentro, pero sobre todo, fuera de los muros del edificio oficial.
Cecil se vio obligado a mantener un frágil equilibrio entre el hecho de ser un miembro “privilegiado” y bien remunerado dentro de su comunidad, y las presiones familiares, principalmente las de su hijo Louis, (David Oyelowo), quien le dejó claro que le importaban poco los favores que recibía de “los blancos”, y que lucharía en la resistencia negra.
Con estos ingredientes, el film de un lúcido Lee Daniels se desliza con rigor combinando el drama, la historia y la superación personal. Todo para desembocar en la elección de Barack Obama como primer presidente negro de un país en el que algunos, aún hoy, desean volver al apartheid.
