En el apartado de fx, todos los entornos que vemos en pantalla han sido recreados vía CGI, partiendo de pequeños decorados físicos que los ordenadores se encargan de expandir y sobredimensionar con un diseño de producción muy acertado, así como ciertas criaturas con un aspecto que pueden recordar a videojuegos tipo Doom, cuyo diseño de sonido ayuda a que resulten bastante inquietantes.
La banda sonora corre a cargo de John Paesano, un compositor habituado a trabajar en la pequeña pantalla que nos entrega una composición que ayuda a magnificar la puesta en escena del director y que invita a ser escuchada separada de la película.
¿Estaremos ante el inicio de una nueva saga de blockbusters capaz de enfrentarse de tú a tú con Los juegos del hambre? El tiempo lo dirá, pero tiene los suficientes elementos como para erigirse en la nueva sensación de este tipo de producciones, destinadas al público juvenil y a los amantes de los, tan de moda, futuros distópicos.