Para empezar el protagonista es un chico. Tenemos un reparto joven con caras apenas conocidas, sin grandes estrellas, ni ninguna figura adulta que ejerza de mentor ni de autoridad, y todos cuentan con su momento para lucirse. Un solo personaje femenino, que aún intuyéndose que pueda ser el interés amoroso del protagonista, no da pie a un solo momento tierno.
A diferencia de otras cintas, la trama se desarrolla en dos únicos escenarios y por último; el tono de la historia es mucho más oscuro, con escenas que rozan el cine de terror. Sumémosle a todo esto influencias (no se si reconocidas) de “Cube”, “El señor de las moscas” y la paranoia de algunos episodios de The Twilight Zone. Un cóctel dispuesto a amasar millones en las taquillas de todo el mundo.
El encargado de mezclar todo esto es Wes Ball, director que proviene del mundo de los fx, y que llamó la atención de Hollywood con su corto Ruin (que podréis encontrar fácilmente en Youtube). Este es su debut en la gran pantalla y la verdad es que no lo hace nada mal.