Y lo hace con una película que sabe recoger los mejores elementos vistos en los anteriores filmes, metiéndolos en una coctelera y entregándonos un refrescante blockbuster con mucho aroma a homenaje y serie B.
Tras las cámaras, el desconocido Colin Trevorrow, firmante de la comedia indie de ciencia ficción Seguridad no garantizada, guionista y conocido de Brad Bird -director de Los increíbles o MI4– siendo este su principal valedor y quien recomendara su elección a Spielberg, que en esta ocasión se limita a producir, como ya hiciera en la 3a entrega.
Y la verdad que para ser su primera gran producción, el director sale airoso del cometido. No son pocos los planos y escenas bastante inspiradas que nos regala la cinta, convirtiendo esta, en un gran entretenimiento de dos horas.
En el apartado actoral, la película recupera la fórmula de introducirnos en la historia a través de los ojos de dos niños que acompañados de dos adultos acabarán formando una especie de familia disfuncional.