Uno no puede ver la cinta (o yo al menos soy incapaz) sin preguntarse cuántos ensayos habrán hecho, como habrán construido los decorados o qué cámaras habrán empleado para servirnos esos estilizados e impresionantes movimientos de cámara.
En lo narrativo, porque el guión lanza puyas y es una continua reflexión sobre la maquinaria de Hollywood, todo ello sirviéndose de un tono irónico y de mucho humor negro.
Cine dentro de cine, pues no es difícil encontrar ciertos paralelismos entre lo que nos cuenta el film y las carreras de Michael Keaton y de Edward Norton. El primero tanto en la vida real como en Birdman, fue uno de los primeros y más celebrados superhéroes de la gran pantalla en Batman y Batman vuelve, para luego, poco a poco ir quedando, si no en el olvido, si relegado a un segundo plano en papeles menores.
En el caso del protagonista de American History X, es sabida su fama de problemático tanto en los rodajes, como por su afán perfeccionista, llegando a “meter mano” (siempre que puede) en el guión; y no es difícil ver en su personaje Mike un trasunto de su persona, o por lo menos, de la imagen que de él se tiene, llegando por tanto a reírse de sí mismo.