No se trata de no tomar nada, porque el ayuno prolongado podría provocar que tu organismo recurriese a sus reservas de energía, disminuyendo los niveles de glucógeno e incluso afectando a tu masa muscular.
El equilibrio es la clave. Una cena liviana te sentará bien y favorecerá el correcto funcionamiento del organismo sin aportar calorías extras. Pescados y carnes magras a la plancha, verduras al horno o al vapor, ensaladas variadas, lácteos desnatados (leche con cereales, yogur con frutos secos…), huevo, son algunas sugerencias para una cena rica en proteínas y baja en grasas.
Tendrás que controlar las cantidades. Por muy saludable que sea un alimento, la cena no es el mejor momento para tomarlo en exceso. Si no quieres llegar con demasiada hambre a la última comida del día, una buena idea es tomar un tentempié a media tarde, así evitarás comer demasiado. Port último, ayuda a tu estómago a hacer bien la digestión procurando cenar al menos hora y media antes de acostarte, tu cuerpo te lo agradecerá.