Fue en 1982 que la comunidad internacional se alarmó por la reducción de dicha capa sobre la Antártida, ocasionando un agujero en la capa.
Aunque actualmente se ha recuperado mucho la capa de ozono, debemos seguir reduciendo hasta la eliminación total las actividades y productos contaminantes que ponen en peligro al ozono.
Entre estos contaminantes podemos encontrar a los famosos CFC, al metano y a óxidos de nitrógeno provenientes de aviones a reacción; los cuales destruyen al ozono.
Los CFC presentan cloro en sus moléculas, que reacciona con el ozono, produciendo su transformación en oxígeno atómico y molecular, los cuales no repelen las radiaciones UV. Estas sustancias se han ido utilizando como refrigerantes en neveras y aires acondicionados y como disolventes.
A raíz del mencionado tratado, el uso mundial de los CFC se redujo un 40% en sólo 5 años, aunque aún harán falta décadas para eliminarlos totalmente de la atmosfera.