La buena noticia es que también se ha comprobado que el ejercicio físico sistemático restituye y mejora de forma efectiva gran parte de la función endotelial. Así lo afirma el doctor: “La disfunción endotelial puede ser revertida al menos parcialmente en cualquier estadio de enfermedad vascular y en cualquier momento de la vida”.
2. Acumularemos grasa y perderemos músculo
El sedentarismo afecta también a nuestra composición corporal. “La inactividad física incrementa el tejido adiposo (grasa) y disminuye el tejido muscular, algo que se acentúa cuanto más ingesta de alimentos realicemos y más sedentarios seamos”, apunta el doctor Tomás Fernández Jaén, jefe de la Unidad de Medicina Deportiva de la Clínica CEMTRO.
“El ejercicio nos ayuda a disminuir la ansiedad, favorece un mayor control del estrés emocional, mejora nuestra autoestima y bienestar al aumentar la producción de endorfinas» –Cecilia Liñán, endocrinóloga
Tras días de inactividad también disminuye nuestra capacidad aeróbica y nuestra fuerza muscular. En este caso, por suerte, estos efectos tardan un poco más en aparecer. “Después de seis semanas sin hacer ejercicio físico es como si no se hubiera entrenado antes. Por este motivo en deportistas que van a estar de vacaciones varias semanas se procura que realicen ejercicios de mantenimiento”, advierte el doctor Fernández Jaén.
3. Se desequilibrará el balance hormonal
“El ejercicio físico disminuye los niveles de glucosa (azúcar) en sangre de diferentes maneras. Por una parte, al hacer ejercicio los músculos utilizan la glucosa como fuente de energía. Por la otra, la actividad física mejora la sensibilidad a la insulina”, explica la doctora Cecilia Liñán, directora médica del Instituto Catalán de Endocrinología. Esto efecto, a la vez, es muy beneficioso para prevenir y contrarrestar el síndrome metabólico, un grupo de condiciones que elevan el riesgo de desarrollar una enfermedad cardíaca o diabetes tipo 2.