El problema es que perdemos estos beneficios rápidamente. Así lo ha corroborado un estudio de la Universidad de Missouri (EEUU), que advierte de los perjuicios de la inactividad para nuestras arterias. En este estudio, los investigadores observaron que pasar de un ejercicio físico elevado (10.000 o más pasos al día) a un actividad leve (menos de 5.000 pasos al día) empeoraba la función del endotelio, “una fina lámina de células que cubren la capa interna de las arterias y que es de vital importancia para la salud vascular”, aclara el doctor García-Madrid. Lo más sorprendente del estudio es que este empeoramiento parece producirse en tan solo cinco días.
“La inactividad física incrementa el tejido adiposo (grasa) y disminuye el tejido muscular, algo que se acentúa cuanto más ingesta de alimentos realicemos y más sedentarios seamos” –Tomás Fernández Jaén, especialista en medicina deportiva.
El porqué de esta inmediatez se explica porque “durante el ejercicio hay un aumento significativo del volumen minuto cardiaco (el volumen de sangre que es expulsado por el corazón en un minuto), así como una redistribución circulatoria, lo cual conlleva una mejora en la función endotelial al inducir la secreción por parte del endotelio de una serie de sustancias vasoreguladoras y protectoras. Cuando desaparece el estímulo beneficioso del ejercicio, dichas sustancias beneficiosas se dejan de producir”, aclara el doctor García-Madrid. De este modo, la investigación “pone de manifiesto la gran sensibilidad de nuestras arterias frente al sedentarismo y a los cambios de actividad”, señala el especialista en angiología.