Sin embargo, a la vez el alcohol hace que se liberen otros neurotransmisores que desaceleran procesos cerebrales, provocando cansancio, reduciendo el tiempo de reacción de la persona y confundiendo a ésta.
La cafeína refuerza los efectos del adenosín monofosfato cíclico y oculta el efecto sedante del alcohol, que no elimina, dando a la persona una falsa sensación de un mayor control de la situación.
Además, la cafeína, al permanecer más tiempo en el cuerpo, refuerza el efecto del alcohol durante el sueño, lo que hace que el cerebro permanezca activo durante un periodo de tiempo más prolongado, lo que hace que se descanse peor.
Por último, también cabe destacar que tanto el alcohol como la cafeína deshidratan.