Los clientes son de todo tipo: jóvenes, viejos, ricos y pobres. La mayoría son hombres, pero ocasionalmente también asisten mujeres y parejas; algunos clientes solo buscan una nueva experiencia, y otros de los que asisten también han tenido relaciones sexuales con otra persona. Los clientes deben tener al menos 18 años de edad. Sin duda el negocio va bien, ya que el 70 por ciento de los clientes regresa para nuevos encuentros.
Evelyn Schwarz, de 31 años, es la fundadora y propietaria de Bordoll, que según dice además de ser un burdel es un estudio de esclavitud, dominación, sadismo y masoquismo.
Bordoll no es el único burdel de muñecas sexuales. Hay docenas en Japón, en Francia, Reino Unido, España y hasta un servicio de muñecas escort en Berlín.
Esta tendencia va creciendo a medida que la tecnología avanza para crear muñecas con inteligencia artificial que podrían usarse potencialmente en burdeles.