En las décadas del 70 y el 80, el viejo hotel de huéspedes de Bob Mizer se transformó en el hogar de decenas de sus jóvenes modelos, que vivían al aire libre, en sofás y galerías, junto a pollos, gansos, cabras, monos, estatuas romanas, árboles de Navidad abandonados y todas los imaginables objetos de utilería que utilizaba para su cada vez más importante y extravagante obra cinematográfica y fotográfica.
Llamado a menudo “el Hugh Hefner de la industria editorial gay” por su revista pioner, Mizer influenció figuras de arte y la sociedad del mismo modo que lo hizo Hef; desde David Hockney, quien dijo que una de las dos razones por las que viajó a Norteamérica fue para conocer a Bob Mizer, hasta Arnold Schwarzenegger, actual gobernador de California, quien posó para Mizer en 1975.
Bob Mizer continuó con su obra, fotografiando a más de hasta morir en 1992 y luchó contra la censura de su época, cosa que podemos agradecer hoy en día al poder disfrutar de sus obras.