Si en la guerra contra los refrescos se ha puesto siempre el acento en los niños, no es porque los adultos corran menos riesgos, sino porque es en la infancia cuando establecemos el estilo de vida que llevaremos en el futuro. «Si se les educa en determinada dieta, luego va a ser difícil cambiarla», apunta Juanetey, que recuerda que el azúcar está directamente relacionado con la obesidad infantil, «un gran problema en España, casi tanto como en EE.UU.».
Para la Asociación de Bebidas Refrescantes (Anfabra), en España, «las bebidas refrescantes forman parte de una alimentación equilibrada, variada y moderada». Citan un estudio publicado en la revista «Nutrients», que señala que los refrescos solo aportan el 2,1% del total de las calorías diarias que ingieren los españoles. Pero no entran a valorar si el azúcar de estos refrescos es bueno o malo.
En cambio, inciden en que la decisión depende de cada persona, que «puede elegir según sus gustos, necesidades o estilo de vida, entre refrescos con azúcar o sin ella, con gas o sin gas, de distintos sabores, etc».